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Wednesday, July 12, 2017

El Mal De México....

El mal en México: narco, demonios y mega exorcismos
A renglón seguido por José Carlos G. Aguiar


La idea de que el diablo anda suelto ha estado ya rondando por algunos años. Mientras que los muertos caen y se suman cada día, mostrando la brutalidad de la violencia en México, la corrupción, injusticia, criminalidad, y el colapso de las instituciones se han convertido en el día a día. Grupos conservadores de la iglesia católica hablan de una presencia demoniaca, mientras que los narcos le hacen promesas y ofrendas a satanás para protegerse de sus enemigos y asegurar así el éxito.
Desde la década de 1980 circulaban por México rumores sobre rituales satánicos de narcos pidiéndole protección y éxito al ángel del mal. Se decía que los traficantes realizaban sacrificios humanos como ofrenda. Sin embargo, en ese tiempo en el que los medios de comunicación estaban controlados por el estado, no había evidencia concreta sobre las ofrendas, y el rumor permaneció como una especie de mito urbano. Hasta ahora.
Aunque la imagen del diablo ha estado presente en la cultura popular mexicana de diferentes maneras, como por ejemplo en las figuras del nacimiento o el juego de la lotería, hay hoy en día nuevos registros del demonio en México, que le dan un significado y función distintas a las fuerzas del mal.
El diablo sale a la calle
En los últimos años, y después de que la ‘guerra contra el narco’ fuera lanzada por el presidente Felipe Calderón, ha comenzado a aparecer la imagen del diablo en lugares inesperados. En mercados populares, yerberías y altares callejeros junto a las imágenes de La Guadalupana, San Judas Tadeo, la Santa Muerte y Malverde, se ha incorporado ahora el diablo como ‘santo popular’ al que se le hacen ofrendas. Gente de ‘fina figura’ (es decir, narcotraficantes) le pide favores y es devota del diablo.
Las imágenes que representan al diablo resaltan no sólo porque materializa el mal, sino también porque exhiben un pene descomunal en erección. En un país como México con una violencia expansiva y mortal de género y homofobia, no deja de ser revelador y al mismo tiempo escalofriante que la masculinidad sea representada como una fuerza del mal. El diablo es el protector de los narcos, y su poder del mal se manifiesta a través de la fuerza masculina de los hombres, la de su sexo, para hacerlos así unos “chingones”.
Se han construido incluso capillas dedicadas a satanás, como el “Santuario del Angelito Negro” en Pachuca. Al recinto se entra por un largo pasillo oscuro, que genera algo de misterio pero sobre todo la impresión de haber bajado al inframundo, de entrar al infierno. El santuario emula más bien una cueva: el espacio es reducido, casi no tiene iluminación, y el aire apenas corre. Al fondo se encuentra una vitrina de cristal tenuemente iluminada con una luz roja, donde se resguardan imágenes del Angelito Negro.
El angelito está vestido inequívocamente de norteño, vinculándolo así a la mitología del narco, y se encuentra sentado en un trono; sus manos tienen garras en lugar de dedos, con las que sostiene billetes de dólares. La imagen corresponde a Satanás, y la gente viene a adorarlo, a pedirle favores o pagar mandas. En el santuario se realizan trabajos espirituales como limpias y trabajos negros, pero también espiritistas, estableciendo contacto con los muertos y manejando a los espíritus.
El Angelito Negro es popular entre narcotraficantes que vienen de diferentes estados del país, como Michoacán, a pedirle que les ayude. Los devotos le hacen ofrendas valiosas de dinero y oro; pero ellos saben que el diablo da pero también quita. Y que al diablo se le paga con dinero pero también con la vida.
El exorcismo magno
El 20 de mayo 2015 tuvo lugar en la catedral de San Luis Potosí el primer exorcismo magno en México. Los medios de comunicación hablaron de un “mega exorcismo” para liberar al país del mal, la violencia, y que los ciudadanos se dejen de matar entre ellos. México es hoy en día el país con el mayor número de exorcismos del mundo. Para muchos católicos, la violencia es una señal de la influencia del mal y del demonio sobre el país.
El grupo de exorcistas y sacerdotes fue encabezado por el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo emérito de Guadalajara. El exorcismo fue preparado por el padre español Jose Antonio Fortea, quien se ha especializado en el estudio del demonio. El ritual está basado en la noción de que es posible expeler a un demonio de un creyente, pero también de un espacio geográfico, de un territorio, como un país.
El exorcismo magno iba primero a tener lugar en la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, por su simbología. Pero luego de que se filtrara la información a los medios, se decidió hacerlo en la catedral de San Luis Potosí. Durante el exorcismo, se hizo un recorrido por el interior de la catedral, y se hicieron ritos en los cuatro puntos cardinales con el fin de expeler los demonios del territorio mexicano. Sólo estuvo un periodista católico presente, y los medios informaron sobre el exorcismo semanas después de haber tenido lugar. Un par de meses más tarde, el padre Fortea hizo un segundo exorcismo, pero éste no trascendió a los medios.
Pero si alguien pensaba que las imágenes religiosas comenzaron a llorar sangre durante el exorcismo, o que los demonios se manifestaron de forma paranormal, nada está más lejos de la realidad. Según el padre Fortea, el mundo espiritual es invisible. De hecho, él nunca ha visto un demonio, y asegura que el resultado del exorcismo no es inmediato:
“Ciertamente estoy convencido que si un exorcismo tiene efecto sobre una persona, un exorcismo sobre un area también tiene efecto. Aunque no lo notemos. El demonio va a ser expulsado; no todos, algunos sí. Para mí la invocación del demonio tiene efectos, y la parte contraria, del bien, la oración, también.”
¿Mexico sin mal?
La visibilidad de la adoración del demonio hoy en día en México, junto con la organización de exorcismos, son parte de un mismo proceso. Ambas son formas radicales para ordenar y darle sentido a la espiral de violencia, injusticia e impunidad por la que atraviesa el país. Mientras unos buscan fuerzas en el lado oscuro del mal, otros ven en los exorcismos la solución a un problema institucional y del estado de derecho en el que se encuentra sumergido México.

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